domingo, abril 30, 2006

Lacus Temporis


Cuerpos
de barro.
El tuyo. El mío.
Obras de lluvia y de sol.

Voluntades amanuenses de un niño ciego.

Trémula la carne,
entre flores y canciones,
a su nombre
dibujamos crepúsculos y mares:

porque queremos volar,
porque queremos hundirnos...

Pero no nos salvan las horas.

Cada crepúsculo es un torbellino de dudas,
cada verso un laberinto del deseo.

Y un día nos descubriremos
como nubes en la tela
de las realidades furtivas.

Un día
querremos resguardar a toda prisa
los colores, las horas, el aliento­.

Y un día
tropezaremos con el tiempo tendido
sobre la rama de un árbol seco.

Porque allá, desde siempre,
donde la noche trama sus milagros,
allá tienen sed y tienen hambre
las pupilas, las manos, los labios...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Orlando, antes que nada gracias por visitar allá mi rincón de letras y heme aquí, haciendo mi recorrido por estás páginas tan bellamente logradas.

Estaremos en ese enlace poético.

Montirul dijo...

Algun dia..

Indhira dijo...

Cada crepúsculo es un torbellino de dudas,
cada verso un laberinto del deseo.

Muy hermoso!

Frank Báez dijo...

Si, Orlando, fui a la taberna donde Roque Dalton escribió su mas famoso poema, Taberna. Dicha taberna tiene mas de quinientos anos -perdona las enes, no tienen acá - y se llama U Fleku, si no me equivoco. Daltón escribió el poema en el patio de dicha taberna donde uno se sienta en bancos a beber. Me bebí tres cervezas mientras leía el poema y me reía muchísimo, solo, sin que los turistas entendieran el por qué.
En fin, es una ciudad bien linda. Saludos.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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