viernes, julio 15, 2011

Por otro modo de ser

Ella escribe. Y lo hace mejor que la mayoría de los meros machos de su país. Ella toca los grandes temas humanos con inteligencia de pensadora, con sensibilidad de poeta, con voz propia. Y sus textos nos revelan a una mujer consciente de la precariedad de la condición humana. Y, de manera especial, nos revelan bastante de la condición existencial de la mujer en una sociedad en la que aún no conquista plenamente la libertad de ser y de estar. Se llama Rosario Castellanos y es mejicana. Ella medita en el umbral y su poema nos dice:



“No, no es la solución

tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy

ni apurar el arsénico de Madame Bovary

ni aguardar en los páramos de Ávila la visita

del ángel con venablo

antes de liarse el manto a la cabeza

y comenzar a actuar.



Ni concluir las leyes geométricas, contando

las vigas de la celda de castigo

como lo hizo Sor Juana. No es la solución

escribir, mientras llegan las visitas,

en la sala de estar de la familia Austen

ni encerrarse en el ático

de alguna residencia de la Nueva Inglaterra

y soñar, con la Biblia de los Dickinson,

debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo

ni Mesalina ni María Egipciaca

ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.”



Sí. Hemos de creer que sí. Debe haber otro modo de ser. Otros modos de ser humanos y libres, hombres y mujeres. Y no este que cada día nos sume en la monotonía, en la insensatez, en la inacción, en la indiferencia… o, peor aún, en el juego vulgar de la oferta y la demanda. Porque el mundo es inmundo y se degrada con nosotros cada día más. Porque precisa que cada uno de nosotros tome su vida de la mano y la lleve paso a paso adonde valga la pena vivirla. Porque el mundo sólo se salva en el amor, y el amor es acción y creación, otro modo de ser y de estar en armonía con los seres y las cosas. Y porque el amor sólo debe ser ahora y aquí y contigo.

domingo, julio 10, 2011

Contra eso escribo... A propósito del asesinato de Facundo Cabral

Luego de una reacción mía ante la muerte de nuestro querido Facundo Cabral, mi amigo y exalumno Luis Manuel José, del Colegio Jaime Molina Mota, me escribe un mensaje vía facebook y entre sus comentarios me dice en un párrafo: “Usted que sabe muchas de las cosas que han ocurrido en este mundo, quisiera saber su opinión de cómo ha sido este tiempo que estoy viviendo, ya que he visto tantos, robos, asesinatos, huelgas o protestas en el mundo, porque apenas tengo 19 años y en menos de 3 he visto que muchas cosas han cambiado para mal” …Y yo en verdad no sé qué decirle, pues puede que esté tan perplejo y confundido como él y millones de personas en el mundo. Hay tantas cosas irracionales, sin sentido alguno ocurriendo a nuestro alrededor, ante la vista pasiva de quienes debieran enfrentarlas, que uno ya no sabe qué pensar y a qué atenerse… ¿Qué te digo, Luis Manuel? ¿Qué decir de este tiempo y este mundo…?

Amigo, el mal, la maldad, la gente mala, siempre han existido. Pero hay épocas y escenarios en que crecen y se extienden como células cancerígenas. A todo ello contribuyen las mafias empresariales diversas, los carteles de ilegalidades, las pandillas, los políticos corruptos y las individualidades descarriadas. Ese parece ser el panorama en buena parte del mundo en que vivimos. Un mundo en que hasta el arte predominante, que antes se erigía como lo más sublime y elevado de la condición humana, hoy hay que ponerlo entre comillas, pues se hace sin inteligencia ni sensibilidad, y para colmo está al servicio de intereses espurios, individuales y colectivos: “Arte” repleto de “artistas” aberrados y aberrantes que no saben de canto ni de música ni de letras, que en la práctica son intermediarios de lavado de dinero, que promueven antivalores de todo tipo y exhiben con desparpajo sus lujos, sus vicios, sus vanidades y excentricidades, de todo lo cual la prensa se hace eco sin cuestionarlo, como si todos debiéramos sentirnos orgullosos de eso…

En un mundo como este mueren pendejamente Facundo Cabral y miles de personas anónimas tan valiosas como él, y la malpasan millones de pobres por todas partes, debido entre otras cosas a la avaricia, a la indolencia, al descaro, a la perfidia, a la irresponsabilidad de unos pocos por aquí y otros pocos por allá, que debido al poder que han adquirido, parecen ser muchos, muchísimos más que la gente que quiere promover el bien.

"Bienaventurado el que no cambia el sueño de su vida por el pan de cada día", decía Facundo. Bienaventurado el que no cambia su dignidad ni la de los demás por unas cuantas monedas, por mundillos artificiales en que el dinero es rey y los hombres no son más que súbditos malditos, digo yo. Yo, que como él también creo, o quiero creer, que "cada mañana es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada hombre justo es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor, es un soldado menos..." un sicario menos, un narcotraficante menos, un ladrón menos, un asesino menos, un politiquero menos… Y una persona más para promover el bien, la bondad, la belleza, que son las dimensiones en que se manifiesta el amor, que nos salva constantemente del asco cotidiano, y es en verdad el único argumento que da sentido a la vida y la única riqueza que garantiza la felicidad. Cualquier otro afán de riqueza o de poder sólo crea las condiciones para la violencia y el dolor, tanto ajeno como propio, tarde o temprano. Contra eso escribo. "Si amas al dinero a lo sumo llegarás a un banco, pero si amas a la vida, seguramente llegarás a Dios", nos dejó dicho Facundo… Y qué lugar tan deplorable es en verdad un banco…