jueves, agosto 09, 2007

De la poesía, el amor y la luz...


POEMA DE LA LUZ

PRÓLOGO

Te lo he dicho muchas veces: yo he amado
con voz jamás escuchada hasta entonces en sueños,
en sueños que buscan la pureza de la forma apetecida.
Yo he amado con sangres como nubes, como praderas
todas llenas de llamas y animales antiguos.
Mas un amo de carne lleva su hueco frío...

Ahora soy una ardiente suavidad de huesos hechos flor y aire.

EL POEMA

Te lo he dicho muchas veces, y el corazón es un espacio
donde los tiempos, cautivos, se aventuran.

Se aventuran por ti, ay, cautivos, vuelven al gran tiempo
que es tu pureza y tu mayor deleite.

Esa eres tú: la más bella aventura del cuerpo,
el júbilo que a veces corrobora la más honda agua de tu sueño,

y yo no lo sabía. No sabía cómo obtener el tú que te hace hermosa,
cómo llamarte Luz si no eres día y noche.

Pero eras mía desde antes de que mis ojos fuesen míos
desde antes de que mis labios fuesen míos para tu nombre,

Y no hay holgura. No hay hondura mayor que recordarte
y mirarse tan basto que hasta la misma savia es ruda en primavera.

En primavera, cuando entre árboles circula una vaga urdimbre de frutas
con la misma inquietud que un pájaro en los versos.

Oh pudorosa, gran testimonio mío y de todo,
es muy difícil conservar la pureza del júbilo después de haber amado.

Tú lo sabes, lo he hecho muchas veces: yo te aparto
como Dios aparta su perfección, a fuerza de preguntas y respuestas.

Dios todavía ignora cuántas lágrimas bastan para que un amor sea hermoso, para que un amor tal vez sea hermoso.

Yo no puedo decírtelo, alma mía. Pero cuando un amor nace
hay una multitud de cosas que quedan como muertas.

Mira esa isla. Su muerte no crece de la luz;
es en la luz su propio crecimiento.

Y a aquél. Sí. Míralo. Cómo simula un huerto del mar,
de ese mar que se dice, que nos dice la heredad de los cielos.

Su angustia, ¡desnúdate alegría!, no es el inicio de la inteligencia deseada,
que es la rosa en pájaro y hueso compartida.

Tómalo. Suéñalo, oh jubilosa, tú que eres dulce y tierna,
manantial y delirio que ignora la manzana.

Ponlo junto a tu cuerpo como un ungüento más para mis manos.
Lo alzaré a tu cielo, y verás que también hay árboles diversos en la tierra.

Te lo he dicho muchas veces: eres mi salvación desnuda.
La mejor parte de ti se eleva indefensa para mi poesía.

¿Qué puedes hacer? ¿Qué puede toda la luz contra tanta belleza como lazo?
Recuerda que en el poema no hay amistad para la mujer.

El poema es una de aquellas cosas que quedan como muertas.
Como muerte, porque con él percibimos la presencia y el tiempo.

Un poema no es el gran tiempo aquél de que te hablaba, ni eres tú.
Es lo que abunda después de despojarse de todo lo que es nuestro.

Por eso dicen que es el cuerpo el que hace la muerte.
Que la vida es cuando la forma persiste.

Yo no lo creo. Hay mucha realidad como posible salvación desnuda.
Mas, ¿qué es una salvación posible, desnuda?

Yo quiero que me digas: cuando se habla de la muerte,
¿acaso es el cuerpo el artífice total de nuestro mundo,

o es entonces cuando sabemos que la duración es cosa pura,
y en nombre y llama cae por su interior desnudo?

EPÍLOGO

Esto, tú lo sabes, te lo he dicho muchas veces: el amor es un monstruo
que exige el sacrificio de todas nuestras criaturas,

y yo amo la poesía. La amaba desde antes de decir: «Sea la luz».
Amar es preguntar y ver que todo continúa en su tiempo, amada.

Y por esto me tumbo y murmuro en tu oído:
querida, tú eres todo lo que yo esperaba —y sigo esperando.


Freddy Gatón Arce

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La poesía dominicana del siglo XX muestra al mundo grandes aciertos. Es lamentable, sin embargo, que tanto sus autores como la crítica nacional, los editores y los profesores de literatura no hayan resultado lo suficientemente eficaces o competentes como para promover las grandes obras poéticas nacionales, por lo menos en el entorno de la República Dominicana. Y, por supuesto que también resulta de lamentar el hecho de que tantos investigadores y antólogos internacionales de poesía hispana no hayan sido lo suficientemente acuciosos como para descubrir y dar a conocer la calidad y la diversidad de nuestras más genuinas voces poéticas. La auténtica poesía se define en la trascendencia, trasvasa épocas y geografías, producto de la inteligente concentración del poeta en dos instancias esenciales: sensibilidad y conocimiento. Y es por ello que las grandes obras a la larga se imponen, a pesar de la sordera, la negligencia, la pobreza espiritual y material, e incluso a pesar de ciertos gustos y corrientes estéticas… ¿Acaso no merece este poema de Gatón Arce figurar en los libros de texto y antologías que circulan en cualquiera de las instituciones del sistema educativo dominicano? ¿Acaso no merece este poema figurar en cualquiera de las más exigentes antologías poéticas en lengua hispana?

O. M.