domingo, abril 10, 2011

Elegía, a la memoria de mi madre

Ella estuvo allí desde el principio.
Ella fue Amor y Sangre y Luz
Y me regaló los cielos y la tierra.

Ella fue ternura y manto y oración
Y en su santo seno yo bebí las primitivas horas
Que dieron forma y nombre a las cosas.

Sembró y regó para mí
Un jardín de azahares, fruta y leche,
Y me advirtió con tiempo por dónde merodeaban
Y destilaban su veneno las serpientes

Mi Madre fue canción cada mañana,
Y fue presencia y manos tendidas
Entre viandas y brebajes y vasijas
Y entre niños inquietos y gallinas.

Y dio de comer al hambriento
Y dio de vestir al desnudo
Y agua y fuego y bastón
Al cojo, al mendigo, al sediento.

Mi Madre fue café de madrugada
Y rocío y alba y ave y árbol y estrella,
Y de tanto dar y dar sin pedir nada,
hasta olvidaba dejar un poco para ella.

***

Tú que tramaste amores ajenos, Madre,
¿acaso te hizo feliz el amor de los tuyos?

Ya no te acuerdas, Mamá,
Pero fue de tu cuerpo bendito
Que brotaron los hijos del viento que hoy somos.

De ti nacieron los cuatro puntos cardinales
Las cuatro estaciones del año
Las cuatro en dulces de la tarde
Y las demás horas del calendario.

Qué pena, Madre, que el tiempo
Te agujereara poco a poco la historia.

Que el viento se llevara
Esposo y calles, amigos y días,
Porque te hizo trampas y robó
Palabras y sueño y memoria.

Te debe horas aún la felicidad, madre mía.
Mares donde tus ojos dibujen olas y peces
Y tus pasos se abran caminos
Entre la tierra y el cielo,
Entre la luna y el sol.

¿Dónde quedaron las tardes compartidas?
¿Qué demonios te hurtaron los recuerdos,
Las promesas de la Verdad y la Mentira,
La presencia de Dios y su misterio?

¡Qué pena hoy saberte sin cuerpo, Madre mía,
aislado en la sombría y silenciosa soledad!

Pero ¡qué consuelo recordarte en la alegría,
Tú que fuiste Luz y Verbo, Amor y Pan y Paz.