hoy sufro de oreja, señora
desde su niño lejano, he aquí mi costilla, mi fruta mordida, el árbol sin raíces y una hormiga cavilando… hileras de las horas que me cercan, sarcófagos obscenos en la espera, lunas de hiel que fueron y que son, amores que serán desde el ayer entre los dedos inocentes
hoy apenas sobrevivo, a penas, con mi pan elemental debajo del sombrero
y me abismo en el lenguaje queriendo escribir, aunque también a mí me sale espuma... por eso me siento a meditar en el centro de la palma de mi mano, y luego salto a la calle y trato de sumarme a la costumbre, como siempre
hoy he de oler a loco con húmeros borrachos, porque todo se me agolpa en la mirada, también, porque hoy todo me saca la lengua… las cuatro paredes, la soledad y la lluvia, la botella –magnética y nupcial– y, en sus átomos amargos, los caminos
hoy sufro, ya lo dije
i en su cadáver va, conmigo, la portentosa poesía debajo del zapato, loca de calles, con esa voz que me susurra que el reloj es un cerdo perfecto y el hombre ¡pobre y pobre! –residual, opulento de pelos y materia, potentado de nubes y pelucas, y rico de quebrantos y otra vez rico, y otra vez, como nunca, numeroso en su envoltura y diminuto, inocente y corrompido, a los pies de sus actos capitales y delante de su anciana sien legislativa
hoy sólo sufro de oreja, señora, solo
como quien se sabe en pleno circo y le fuera imposible disfrutar del espectáculo…
viernes, junio 27, 2008
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3 comentarios:
Fascinantes cavilaciones peregrino
Wao, Orlando.
Me ha gustado un paquetón. Primero porque soy vallejiana y segundo por lo bien escrito que está.
Te felicito.
Hoy...
Hoy...
hoy...
Hoy me pregunto.
Y no se si me pregunto porque a estas altura solo quiero que todo fuera tan ayer.
Me transportas...
Cuidate
S.m.v.
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