DETRÁS
DEL DIARIO
SE DILUYE EL ÁNIMA
EN LAS MANOS.
Luz y
pupilas
arrojadas al vacío.
Ciclos de carbón
para que den vueltas allí
—burbujas— las palabras,
para que se curen del peso
de las grandes verdades,
para que retocen como chiquillas
sobre la cruz del devenir.
Para que salten a la calle
como si hoy nos fuera dable
volver a ser
y seguir.
Como si aún las niñas pudieran
asumir la didáctica de la luz,
como si pudieran
recuperar divinidades,
levantar promesas derretidas
—ciegas las esperanzas otra vez—.
Pues he aquí
desde los siglos y los siglos
la orografía del humo y el silencio
—los signos en su queja—.
He aquí la vaga república de la sangre
—la gran oreja sorda—.
Y, de otros días,
bajo las axilas ilustradas,
no la memoria:
apenas el sueño —seco— solamente.
Y el beneficio final: Los dedos manchados...
martes, mayo 09, 2006
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2 comentarios:
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